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6.Feb.2023 / 03:50 pm / Haga un comentario

El ataque a la moneda nacional a través del marcador paralelo o guarimbero construido mediante una tasa de cambio artificial sin fundamento racional técnico, pero si efectiva para distorsionar el comportamiento de las variables económicas; conjuntamente con las limitaciones impuestas, mediante las medidas coercitivas unilaterales, al comercio exterior venezolano, han sido los instrumento de guerra más eficaces que han trastocado el funcionamiento del aparato productivo nacional y por ende, la calidad de vida de la población venezolana.

Como todos conocemos el comercio exterior corresponde a aquellas actividades llevadas adelante por un país con otros, mediante el intercambio de materia prima, insumos, bienes de capital y de consumo final,  o servicios, mediante los procesos de exportación e importación, los cuales fortalecen las relaciones bilaterales y facilita el  flujo monetario entre los países participantes. Además, se puede tener acceso a una mayor variedad de bienes, cimentando espacios para la inversión mutua, que a su vez, fomentara el crecimiento económico.

Con el objetivo de mermar los ingresos nacionales y el aislamiento del  comercio mundial, el gobierno de EEUU con el apoyo de un sector de la oposición interna, implementaron distintas ordenes ejecutivas que penalizaban a aquellos países y empresas que, por un lado, recibieran petróleo venezolano y prestarán servicio a la industria petrolera y por el otro, sostuvieran algún tipo de reciprocidad. En este sentido, se propicia el cierre de embajadas sumisas a los designios estadounidenses y se aprovechan instancias como la OEA, además, de crear bloques, como el Grupo de Lima, con la finalidad de cumplir este cometido. El objetivo era asfixiar a la economía nacional.

Ante el escenario señalado, el gobierno bolivariano encabezado por el presidente Nicolás Maduro, fortalece las relaciones diplomáticas con los países euroasiáticos y del ALBA, a fin de contrarrestar los efectos negativos en contra de la población, logrando sortear en parte las consecuencias criminales.

La nueva oleada de gobierno progresistas en nuestra América representa una alternativa para el hemisferio y especialmente para Venezuela, lo sucedido en Colombia y Brasil, con la ascensión a la presidencia de Gustavo Petro y Lula, generan expectativas positivas para la producción interna, al propiciarse mejores condiciones para el intercambio y la movilidad de las fuerzas productivas, que conllevaría a una mayor cantidad de bienes y servicios, bien sea de factura extranjera o local, al proveerse de la materia prima, insumos y bienes intermedios y finales, que en la actualidad, en el mejor de los casos se ubican en mercados foráneos lejanos, lo que incrementa el costo y el riesgo de confiscación.

Es importante indicar, que en el año 2008, las operaciones comerciales con Colombia supero los 7.000 millones de $, intercambio que se vio perjudicado por la posición entreguista del gobierno de Uribe y Duque; contraria, a la aptitud asumida por el nuevo gobierno, quien facilito conjuntamente con el gobierno venezolano, la reapertura total de la frontera y en la actualidad se evalúan las medidas comercial con las cuales se aspira devolverle el dinamismo a la relación entre ambos países.

En tanto, el ingreso en su momento de Venezuela al Mercosur le dio dinamismo a este esquema de integración, que actualmente promete su reactivación con el papel protagonista de Argentina y Brasil. Por cierto, ambos presidentes en el recién encuentro finalizado de la CELAC manifestaron la necesidad de una moneda común.

Partiendo de este escenario regional, que propicia perspectivas favorable para la sociedad venezolana, el enemigo que no descansa, arremete ferozmente en contra de la población, nuevamente con la utilización de la tasa de cambio paralela o guarimbera a fin de fomentar la incertidumbre en el sector económico y la molestia social a través del aumento especulativo de los precios que se provocan con tal manipulación. En tal sentido, insistimos en la urgencia de apoyar las medidas que aplica el ejecutivo, bloqueando del imaginario individual y por ende del colectivo, esa perversa relación de cambio o dólar criminal.

Ramón Lobo / @RamonLoboMoreno

 

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